Sorprendente. Alguien dejó una quesada abandonada en un rincón de la clase en la hora del descanso. Menos mal que siempre aparece algún veterano que aporta pistas sobre lo sucedido y desvela el misterio. Ayer fue la voz de Antonio Blázquez la que se alzó con autoridad. “La quesada es de Lourdes” –dijo- “La ha dejado ahí para que la probemos y se ha ido de clase para que no la critiquemos”. Lourdes, Lourdes… Que eso no se hace, que no se puede invitar a los chicos a un pastel y salir huyendo.
Sorprendente también. Ayer apareció Carmen Aguilera. Nos contó que su larga ausencia se debe a su reclusión en un monasterio para encontrar un final redondo al caso del inspector Harris. Sí, aquel inspector que llegó hace tiempo de Scotland Yard para ayudar en la investigación de un crimen en la Casa del Reloj que está todavía sin resolver. Y nos contó (o eso creímos oír) que en el monasterio le pareció ver a Ascen, que está escribiendo una historia sobre dos monjitas atrapadas en una nevada, lo que puede ser verdad porque hace tiempo que no disfrutamos (y sufrimos) los agudos comentarios de Ascen.
Y como este blog (sorprendentemente) es de literatura, pues toca contar lo que leímos y comentamos ayer:
Jesús Llamas leyó un relato que se titula “Llamada, insomnio y angustia”. Ayer se le dio un buen repasito en clase, por eso hoy toca felicitarle y animarle a que siga escribiendo nuevos relatos (más cortos a ser posible) teniendo presente “los deberes de Pura”.
En el PRIME TIME Rita leyó un relato titulado (El hombre vestido de verde), que me pareció maravilloso, genial, fantástico y estupendo sobre un tema muy delicado como es el terrorismo. A lo mejor me he pasado con los elogios, pero es por “tocarle la moral” al sector duro, que ayer estaba un poco quisquilloso.
Y he querido dejar para el último lugar a Mercedes. Mercedes… Merceditas, los chicos te queremos mucho, pero… vaya relato. Su cuento se llamaba de “Ávila a Madrid pasando por Lerma” o algo así. Es el típico relato en el que chico y chica se quedan atrapados por una nevada en el aparcamiento de un bar, en plena autovía, y aprovechando la circunstancia echan un quiqui durante la noche, desnuditos dentro del coche para sorpresa del respetable, y la chica se muere. Un suceso de lo más habitual. ¿Quién no tiene un conocido con cuatro o cinco muertos en estas circunstancias? Es más… ¿Quién no se ha quedado atrapado cuatro o cinco veces en la nieve y ha terminado haciendo el amor con la compañera/o de trabajo con el que volvía en el coche?
Mercedes, Mercedes ¿Por qué se muere la chica?… Digo yo que podrías haber inventado un compañero de trabajo que le tiene asco porque ella le ha pisado un ascenso, o porque no deja de hablar en toda la noche y él no puede escuchar la radio, y por eso la mata con un hacha, o la estrangula, o la dispara, o la atropella cuando se derrite la nieve. También se le puede ocurrir matarla con un cuchillo del autoservicio, o de una pedrada, o de… ¿Pero… de un polvo?
Y menos mal que te dio por matarla después de echar el polvo, porque si se te llega a ocurrir matarla antes de hacer el amor… Pobre chaval.
Gracias Lourdes por la quesada, enhorabuena a los que leyeron ayer y un saludo para todos.
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