Sexo, Conga y cintas de Juan & Junior

Crónica de José Miguel Espinar

Los relatos que ayer nos aportaron Flor Cuesta, Paco Plaza, Nieves Sevilla, Juan Santos y Carlos Cerdán bien podrían haber servido de base, por qué no, para el guion de un remake de aquella extraordinaria película de Steven Soderbergh pero, en este caso, aportándole un tono hilarante del que el film carecía.

Con “Las tribulaciones de un cincuentón”, Flor Cuesta, a través del fluir de la conciencia de su personaje (¿o era monólogo interior?), nos mostró cómo se mascaba la tragedia, entre rezos y tensión in-crescendo, cuando aparece en escena un dedo de mujer envuelto el látex. ¡Ahgg!. “Con qué dulzura mueve mis…”. No hay más pistas.

Haciendo referencia al primer término del título de esta crónica, Paco Plaza, con “Malva Oscuro” nos introduce en un triángulo (no equilátero) haciendo fluir la conciencia de un personaje que no desea abandonar esa vida a tres bandas, aparentemente sincera, y sin las mentiras de la película aludida al principio.

En este punto, y sin que sirva de precedente, cabe hacer referencia a las recomendaciones de Pura sobre la extensión necesaria de los relatos que quieran da cabida a estas técnicas narrativas.

Siguiendo con el primer término del título, la tarde se empieza a descomedir (ojo, literariamente hablando) cuando Nieves Sevilla nos cuenta en su texto “Susan y el profesor López-Sa” como una alumna espabila definitivamente a su virginal profesor. Inmersos en el buen tono de los diálogos del texto, el descomedimiento se hace más patente cuando se llega al punto en que el personaje Susan pronuncia “¡Oh López-Sa, López-Sa, el brazo no puede salir por ahí!”. Y hasta aquí puedo contar.

¿Todo el mundo entendió bien porqué Juan Santos afirmaba con rotundidad que “Todos los hombres del pueblo conocen muy bien el ritmo de la Conga” cuando empezó a leer su relato? Creo que sí. Un relato con personajes, trama, conflicto y tono para convertirse en una novela. Historia de amores viejos, que no fueron, de venganzas y de miedos…. y de conjuntos de música perplejos. “Una mano inocente cortó y salió el as de espadas”. Bueno a pesar de todo lo dicho, fue difícil concentrarse en la lectura ya que Juan, una vez más, provocó escenas de hilaridad entre la concurrencia.

La tarde llega a su fin con Carlos Cerdán que nos deleitó con un relato de ambientes densos, con personajes eternos y un tono narrativo idóneo para entenderlo. Diálogos ajustados, ofreciendo información de los personajes de forma dosificada. ‘El baile del pueblo’ nos indujo a reconocer la aparente nitidez de unos personajes y en cómo se difumina esta nitidez cuando el relato avanza para acercarnos a perfiles más plausibles y menos novelescos. Caramba con Carlos y su trayectoria. Buen relato, amigo. ¡Ah!, que no se me olvide, los de las cintas del título de la crónica, hay que buscarlas en el relato de Carlos.

Ha sido un placer, amig@s. Hasta el jueves que viene.