Por María Jesús Ainaga
Me encantan estas palabras. Por su forma y por su fondo.
En su exterior encontramos, desde referencias a la “ciencia” con el sufijo “logía”, hasta el prefijo “pleo” que tan elegantemente dice “más o más grande”; pasando por el uso, siempre difícil, de la “x” como consonante inicial de una sílaba.
Además, su significado es peculiar ya que es sólo aplicable al lenguaje. Casi diría que son términos endogámicos. Fueron creados para indicar un incorrecto uso de las palabras, sólo admisible a veces como licencia poética.
Veamos:
TAUTOLOGÍA: Afirmación obvia, vacía o redundante. Se refiere al uso de dos términos de igual significado, en la misma expresión. Con la tautología se utilizan palabras innecesarias que no añaden nada nuevo a la idea que se quiere transmitir.
Podríamos hablar de una PEROGRULLADA que, cuando tiene un propósito enfático y se considera un recurso estilístico, es llamada PLEONASMO.
Ejemplos: subir hacia arriba (bajar hacia abajo), salir para afuera (meter para adentro), sorpresa inesperada, regalo gratis, ambos a dos, parte integrante, protagonista principal…
OXÍMORON: Es el antónimo del anterior, ya que significa el uso de dos conceptos de significado opuesto, en la misma expresión (“contradictio in terminis”). Podríamos hablar de una PARADOJA ya que el sentido literal de oxímoron es “absurdo” y, sin embargo, se crea una palabra que fuerza al interlocutor a comprender el sentido metafórico de la frase.
Ejemplos: silencio atronador, instante eterno, vista ciega, hielo abrasador, fuego helado…
Heráclito recurre a menudo al oxímoron, quizás por su filosofía del “cambio permanente”. A mí me gustan también los pleonasmos (aunque no las tautologías) y, por ello, “no añadiré nada más” ya que, “todo lo que está de más, sobra”.
María Jesús Ainaga es miembro de la asociación Primaduroverales Grupo de Escritores.
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