Una tarde niños y de ríos

Por Carlos Cerdán

Empezamos la tarde del revés. Lo normal es que leamos los relatos que se envían y si queda tiempo analizamos cuentos ajenos. Sin embargo, el jueves iniciamos el análisis por estos últimos. Iniciamos la lectura con el relato ganador de la tercera edición de nuestro Madrid Sky: “Ladridos” de Raquel Ugarriza. Una historia breve, pero dura. Narrado en primera persona nos sitúa en un mundo distópico en el que la protagonista, refugiada en un sótano, describe el miedo y la angustia a que unos perros salvajes y hambrientos lleguen a entrar. Y en el que la vida de un bebé puede llegar a ser crucial para su supervivencia.  

Continuamos con un texto de Ana María Matute: “El niño al que se le murió el amigo”. Un relato con la estructura “era se una vez…” de los cuentos clásicos. Escrito con sencillez, narra la historia de un niño que va en busca de su amigo, pero no está. “El amigo se murió. Niño no pienses más en él y busca otros para jugar” le dice su madre. El muchacho no se resigna y va en busca de su amigo hasta que desengañado vuelve a su casa. La madre al abrir la puerta dice “Cuánto ha crecido este niño”. Y le compra un traje de hombre. Una metáfora del paso de la niñez a la edad adulta que nos encantó. Un cuento para leer más de una vez y sacar todo su contenido.

Y ya entramos en nuestros relatos. El primero fue Pablo Millanes con “Reverberación”. Contada a través de un narrador omnisciente nos muestra a un personaje que celebra el aniversario de lo que él llama “el homenaje a las ausencias”. Lo que pudo ser y no fue con Mercedes. Tras una cena especial se dirige a Almonte, donde estuvo con ella una noche, y comienza su ritual conmemorativo: se baña en el rio y planta con esmero los pipos de unas cerezas. Vuelve a casa escuchando una canción y entonces decide hacer una llamada perdida con la esperanza de recuperar un tiempo perdido. Tras la lectura vinieron los consiguientes comentarios. Se dijo el que el narrador pierde la omnisciencia y se pega al personaje para focalizar desde él. Coincidimos con que incluir la letra de una canción completa hace que  el relato pierda ritmo y algunas otras consideraciones de las que Pablo tomó buena nota para mejorar su historia.

Terminamos con el relato de Juan Santos “El rio azul”. El personaje de Dámaso, el tabernero, con la llegada de la primavera decide dejar atrás la tristeza que invade su ánimo por el largo invierno y todas las mañanas se va a pescar al rio del pueblo. El contacto con la naturaleza le devuelve las ganas de vivir. Y para su sorpresa encuentra a una mujer que se baña en el rio y sonriente le da los buenos días. La esperanza de que en algún momento nade hacia él le reconforta y, en ese estado de euforia, destroza a martillazos el mural del lago con el cisne blanco que decora la taberna y tanto le deprime.  Y en su lugar coloca un hermoso cuadro, una copia de “Pescando en primavera” de Van Gohh:. Narrado en primera persona es de esos cuentos sencillos y redondos con los que Juan nos obsequia en ocasiones y que nosotros tanto agradecemos. 

Y con ese buen sabor de boca acabamos una tarde que empezamos con niños y terminamos con ríos.