Por Manuel Pozo Gómez

Ernesto Ortega Garrido nació en Calahorra, La Rioja, y es de la cosecha del 71. Quizás de ahí le venga su afición por una buena conversación delante de un generoso aperitivo. De niño pasó mucho tiempo en la librería de sus padres y pronto aprendió a hacer la O con un canuto. Se aficionó a las letras, hasta que le pusieron los puntos sobre las íes, y decidió estudiar Empresariales. Tras abrir un paréntesis en su vida, que todavía no ha cerrado, se trasladó a Madrid, donde por h o por b, acabó trabajando como redactor publicitario. Es un tipo que se hace querer, tanto en su tierra, de la que nunca se ha distanciado, como en Madrid, ciudad donde disfrutamos de sus llamativas camisas.

Ernesto Ortega

Ha recibido numerosos premios de relatos y microrrelatos, entre ellos el Premio «Relatos en Cadena» de la Ser, y sus obras han sido recogidas en diferentes antologías. Hasta ahora ha publicado cuatro libros de relatos, el último con la editorial Talentura: La dictadura del amor (2012), Microenciclopedia ilustrada del Amor y el desamor (2016), finalista del Premio Ateneo de Logroño al mejor libro publicado por un autor riojano, Los defectos de la anestesia (2019), finalista del Premio Setenil al mejor libro de relatos editado en España, y en este año 2023 su último libro de relatos, 2 horas, 15 minutos para fin del mundo.

El otro día, en la Cafebrería ad hoc, hiciste que nos partiésemos de risa en la presentación de “2 horas, 15 minutos para el fin del mundo”.

Bueno, parece que la literatura es algo muy importante y que los escritores tenemos que ir siempre con una pose de intelectual. Y es verdad que la literatura hay que tomársela en serio, pero también hay que quitarle un poco de hierro al asunto. Me gusta mucho la parte lúdica de la literatura, me gusta tomármela como un juego y en las presentaciones que he hecho, en las de mis libros y en las de los demás, me gusta que haya un ambiente relajado. A veces, hasta nos hemos llegado a disfrazar.

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Anda que la ocurrencia de comparar la escritura con un acto solitario, egoísta, íntimo y que produce una gran satisfacción…

Creo que hubo cierta turbación en la sala. Era una forma de romper el hielo, pero detrás había un trasfondo más serio. Tenía ciertas reticencias a la hora de publicar. Creo que hay un exceso de publicaciones en España, y me planteaba si mi obra era realmente necesaria, si necesito contribuir a ese exceso, cuando podríamos pasarnos el resto de nuestras vidas leyendo todos los libros maravillosos ya publicados que nos quedan por leer y no daríamos abasto. En cambio, sí sé que necesito escribir, aunque si me hicieses esa pregunta tan tópica que nos suelen hacer a los escritores de “por qué escribo”, no sabría qué contestarte, solo sé que disfruto escribiendo, independientemente de que publique o no, y que mientras escribo me olvido de todo, de los amigos, de la familia, me alejo del mundo y quiero que no me molesten. Escribir me parece un acto solitario y egoísta que produce gran satisfacción, por eso lo comparaba con esa actividad tan onanista. Pero si escribir es eso, entonces que te lean, debe de ser como… ¿como hacer el amor? Y las expectativas que genera la posibilidad de poder hacer el amor frente al acto solitario y egoísta al que te refieres son maravillosas. Por eso los escritores necesitamos publicar, porque queremos que nos lean, porque cada vez que alguien nos lee es como si hiciese el amor con nosotros, que estamos todo el día a lo nuestro… La experiencia de que te lean, de que alguien, en otra ciudad, en otro momento, esté disfrutando de lo que tú has escrito es sensación increíble.

Me gustó mucho lo que contaste de tu tránsito del microrrelato al relato…

Creo que cada uno tiene que ser el mejor escritor que pueda en cada momento de su vida. Yo llegué al microrrelato en una etapa en la que acababa de ser padre y apenas tenía tiempo para leer ni escribir, y descubrí un género apasionante que me ha dado muchas satisfacciones. Pero el microrrelato es muy absorbente y adictivo. Es pura droga. Crea adicción y necesitaba alejarme de él para poder hacer cosas diferentes y evitar repetirme, para seguir creciendo y disfrutando como escritor.

Hay escritores que pueden cambiar de un género a otro con facilidad, pero después de 5 años dedicado casi exclusivamente al microrrelato, escribir relatos más largos, me resultaba muy complicado. Yo trabajo el micro casi como si fuese un poema. En sesiones cortas, con una idea de fondo, dándole muchas vueltas, corrigiendo continuamente, cambiando palabras y puliendo mucho el texto. Al enfrentarme a relatos más largos no conseguía una escritura fluida, así que tuve que modificar mi forma de trabajar. Necesitaba sesiones de trabajo más largas, de al menos 3 o 4 horas. Con las vidas que llevamos disponer ese tiempo es muy complicado. Así que hay que aprovecharlo bien. Aprovechaba cuando mi familia no estaba, desconectaba internet y escondía el móvil en la otra punta de la casa, para evitar distracciones, incluso comía antes para no tener ninguna excusa. Con una idea en la cabeza y un mínimo guion de por dónde quería llevarla, escribía, sin levantarme de la silla, sin detenerme a corregir, con toda la libertad, hasta lograr, en una o dos sesiones, una primera versión del texto. Esa versión que es prácticamente ilegible, luego la trabajaba por partes, en sesiones más cortas, de manera más cuidadosa, como si fuesen micros, deteniéndome en el principio o el final, añadiendo diálogos, incluyendo nuevas escenas o eliminando otras, hasta conseguir algo que ya tuviera un sentido literario. Luego lo dejaba reposar durante un tiempo, mientras empezaba con un nuevo relato, y lo retomaba más adelante con otros ojos, como si no fuese mío, para corregirlo de nuevo.

Hay que cerrar etapas. ¿Volverás al microrrelato?

Siempre seré microrrelatista, pero en lugar de buscarlo yo a él (el microrrelatista ve microrrelatos en todas partes), dejaré que me busque él a mí. Y estoy seguro de que nos volveremos a encontrar.

Fue mucha gente a la presentación. ¿Lo mejor que te ha dado tu afición a la literatura es conocer tanta gente?

Le oí decir a algún escritor decir que cuando empiezas a ver caras desconocidas en tus presentaciones es cuando puedes decir que has tenido éxito. Es mi cuarto libro y todas las caras siguen siendo conocidas, pero encontrarme con tanta gente a la que aprecio, después de que el libro llevase ya seis meses publicado, me hace sentirme muy querido. La literatura me ha dado muchísimas satisfacciones. Una de ellas, por supuesto, son los grandísimos amigos y amigas que he hecho, sobre todo en la comunidad microrrelatista, muy dada a conversar, a tomarse unas cañas y a recorrerse media España si hace falta para verse un par de veces al año. También los premios y las publicaciones, que son siempre grandes alegrías. Pero creo que la literatura es un viaje, una carrera de fondo, donde no hay una meta, sino que se trata de disfrutar del recorrido. Para mí lo mejor de la literatura, el momento de mayor felicidad, es ese en el que consigues escribir como si estuvieses poseído, ensimismado con el texto, alejado de todo lo mundano, en completo éxtasis, pensando que lo que estás haciendo es realmente bueno (aunque luego cuando lo leas, te des cuenta de que no era tan bueno como pensabas y tengas que volver a empezar).

¿Cómo llegaste a la editorial Talentura?

Talentura fue una de las pioneras en publicar libros de microrrelatos en España y en 2013 me incluyó en una antología. Cuando, más tarde, quise publicar un libro de microrrelatos me dirigí a ellos directamente. La experiencia de trato y la relación ha sido siempre muy buena, tanto que a Mariano Zurdo, el editor, lo considero ya un amigo. Es una editorial modesta, pero que cuida mucho las ediciones y tiene un catálogo excelente. A través de Talentura he podido descubrir buenísimos autores, como Alejandro Amelivia, Susana García, Raúl Ariza o Jesús Castro Lago. Por cierto, aprovecho para felicitar a la editorial desde aquí, que acaba de cumplir 15 años.

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Mariano Zurdo y Ernesto Ortega

¿Y cómo va a ser la difusión del libro? ¿Escribes o te publicitas mucho en las redes sociales?

Justo el día antes de la presentación hubo lluvias torrenciales en Madrid, me hizo gracia y aproveché para explicar que era parte de la campaña de marketing de la editorial para la presentación, que se nos había ido de las manos. Me gustan las redes sociales, pero a la vez creo que son agotadoras y que empiezan a saturarnos. A los escritores, llamémoslos “modestos”, nos resulta muy complicado adquirir visibilidad, y tenemos que estar constantemente promocionándonos. Además de escritores, tenemos que ser nuestro propio departamento de marketing. Bueno, les pasa no solo a los “modestos”, en general a todos los escritores. Ya lo decía Umbral en esa frase que quedó para la historia: “Yo he venido aquí a hablar de mi libro”. Pero hay que ser muy habilidoso para estar continuamente en las redes sin llegar a cansar, porque si estás poniendo tu libro una y otra vez, o tu foto, o lo que haces desde que te levantas, hasta tu familia acaba hartándose de ti. Confío más en el boca a boca. Creo que los libros que nos gustan hay que recomendarlos, regalarlos o prestarlos. Es la mejor difusión. Hace poquito una lectora me escribió para decirme que le había gustado tanto el libro que no pensaba prestárselo a nadie, no fuera que no se lo devolviesen. Le pedí que, por favor, lo prestase sin miedo, que si no se lo devolvían ya le regalaría otro.

¿Escribiste los dieciséis relatos de “2 horas, 15 minutos para el fin del mundo” pensando en que iban a formar parte de este libro, o pertenecen a distintas épocas?

La idea del libro surgió en un taller donde el objetivo era hacer un libro de relatos. Había perdido a mis padres y había sido padre, y de alguna forma había tomado conciencia de lo frágiles y efímeros que somos, y esa idea de fragilidad me perseguía en la mayoría de las cosas que escribía. Prácticamente todos los relatos están escritos pensando en el libro, salvo un par de ellos que había escrito con anterioridad, pero que encajaban perfectamente en la idea que quería desarrollar y que desde el primer momento estaba dentro. Durante dos años estuve acumulando relatos. Luego llegó la pandemia y todo lo que pasó después me animó a seguir con el libro, porque encajaba muy bien con el momento que estábamos viviendo. La idea inicial era alternar relatos realistas y de ciencia ficción, e incluir algunos microrrelatos, pero la mezcla no acababa de funcionar como libro. Con todo el material que había acumulado hice una selección final de 16 relatos y una corrección conjunta.

La idea de un índice cronológico simulando una cuenta atrás es una genialidad…

Me gusta incluir en los libros algún guiño que haga participar al lector, creo que viene de mi trabajo como publicista. Por ejemplo, en mi anterior libro, “Los defectos de la anestesia”, el lector tenía que firmar un consentimiento de lectura, que hacía referencia a los posibles “efectos” que el libro podía producir en él. En este caso, en lugar de la paginación tradicional, decidimos incluir un reloj que indicase al tiempo de lectura que queda para terminar el libro, que además hace referencia al título y al tiempo que resta para el fin del mundo. Más allá de la escritura, disfruto mucho del proceso de creación del libro, de la selección de los relatos, del montaje final.

Dicen que los libros de relatos deben tener un hilo común. ¿Cuál es el hilo común de los relatos de esta obra?

El tiempo está presente en la mayoría de los relatos. A los protagonistas de mis historias de alguna forma se les acaba el tiempo y tienen que tomar decisiones. Así, de memoria, hay una pareja que se ha perdido en el desierto, un secuestrador que tendrá que matar a su rehén si no pagan el rescate, un condenado a muerte que espera a que le llegue el indulto, una chica que acumula citas sin encontrar pareja, un hombre que espera el diagnóstico del médico, dos ancianos que pasan sus últimos días en una isla o un niño que crece demasiado deprisa… Pero a su vez el tiempo me sirve de excusa para tratar diferentes temas, como la muerte, el amor, la vejez, el racismo, la actitud ante la enfermedad, la paternidad o la nostalgia por el pasado…, en los que el lector pueda sentirse identificado. En general, son relatos muy variados, con personajes muy diferentes unos de otros y escenarios distintos, pero intento que el lector tenga la impresión de estar metido en un universo único. Me pasa con algunos libros de relatos que leo que todos los relatos me parecen muy similares y quería huir de eso. Además, en todos los textos hay guiños al fin del mundo que el lector tiene que descubrir, como parte del juego.

No se te olvide que también tienen en común el humor. Tienes un humor muy peculiar que se refleja perfectamente en tus textos.

No me considero una persona especialmente graciosa, pero creo que el humor está presente en mi escritura de forma natural, sin buscarlo expresamente. Me decía un amigo que se había reído mucho con mi libro y pensé que se había equivocado de autor, porque soy un escritor muy serio, pero repasando los textos de “2 horas, 15 minutos para el fin del mundo” creo que hay una intención de sacar una sonrisa al lector incluso en los momentos de mayor tensión, de desdramatizar las situaciones más dramáticas.

¿Tienes algún autor de referencia en el género del relato? Cuando escribes ¿sientes la inspiración de algún escritor en particular?

Como escritor, mis fuentes de inspiración son innumerables, pero considero que tengo más referentes del cine y de la cultura audiovisual que de la propia literatura, en parte por mi profesión. Por otro lado, como microrrelatista, también estoy muy influenciado por el género: los juegos de palabras, la metalitetatura, las elipsis, la implicación del lector…, están presentes en la mayoría de mis textos. De autores de relato, me gustan especialmente Jon Bilbao o Eduardo Halfón, por esa forma que tienen de mezclar realidad y ficción, también Ignacio Ferrando, Marcelo Luján o el universo de Atxaga y su “Obabakoak”. Me identifico con todo lo que escribe Pedro Mairal, ya sean relatos o novelas, y como alumno de talleres tengo a Carver y Bolaño como referentes, y por supuesto, a Cortázar, siempre Cortázar, que para mí sigue siendo más moderno que el más moderno de los escritores modernos.

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¿Cuáles son tus proyectos literarios ahora?

Mira, creo que tras dos libros de relatos y dos de micros, ha llegado el momento de afrontar una novela. Siempre me ha dado mucho respeto como escritor, no porque la considere más difícil o más importante que otros géneros, sino porque creo que supone hipotecar tu vida a dos o tres años por lo menos. Escribir una novela es como llevar siempre una mochila encima que no te puedes quitar, mientras que los géneros breves te permiten sentirte más libre, pasar de una idea a otra, experimentar, jugar, dejar de escribir en determinados momentos o tirar a la basura muchas cosas sin ningún remordimiento. Pero la novela ya está formándose en mi cabeza, me persigue ella a mí desde hace tiempo y creo que ya no podemos esperar más. Ni ella, ni yo.

Desde la asociación Primaduroverales te queremos dar las gracias por el ejemplar que nos has regalado. ¿Te gustaría añadir algo más a esta entrevista?

Pues que las gracias os las tengo que dar yo a vosotros. Llegué a vosotros por casualidades de la vida, por ese maravilloso concurso que organizáis cada año, y desde entonces cada junio voy a la entrega de premios, aunque no participe, porque me parece que es uno de los concursos que más cuida a los participantes y, todo hay que decirlo, porque hacéis un tercer tiempo memorable. En la postpandemia, cuando más me estaba costando volver a escribir, me aceptasteis en vuestro taller, que entonces era online, y con vosotros pude acabar y corregir alguno de los relatos de este libro. Pero aparte de que me caigáis genial, creo que la labor que hacéis va más allá de la escritura, de las cañas y de los buenos ratos que pasamos. Sois una asociación que trabaja por impulsar la cultura dentro de vuestro barrio, y eso es muy necesario en estos tiempos que corren, en los que el mundo se puede acabar en cualquier momento.

HHRR_4Manuel Pozo Gómez es coautor, entre otros, de los libros Madrid Sky, (Uno Editorial); Cuéntame un gol, cuentos de fútbol  (Verbum editorial) y Magerit. Relatos de una ciudad futura (Verbum editorial). Ha sido el coordinador y coautor de la serie RRelatos HHumanosRRetratos HHumanos y RRetos HHumanos (editorial Kolima). Su último libro colaborativo ha sido Mentoring aplicado. Ocho historias de éxito. En solitario ha publicado el libro de relatos Violeta sabe a café, (Premium editorial).

2 respuestas a “Entrevista a Ernesto Ortega”

  1. Magnífica entrevista y estupendo entrevistado, con el que me identifico en muchas cuestiones sin conocerlo personalmente. Aquí tengo su libro listo para el abordaje. Suerte Ernesto

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  2. ¡Enhorabuena Ernesto! Te deseo lo mejor con tu nuevo libro 👏🏻👏🏻👏🏻

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