En el taller de creación literaria de la asociación Primaduroverales estamos escribiendo el diario de un confinamiento. Cada día publicamos una página de este diario junto a un viaje musical. Esperamos, lector, que nuestros textos y nuestra música te acompañen. ¡Cuídate!

Diario de un confinamiento

BREVIS FABULA TEMPORIS CORONAVIRUM SEGUNDA PARTE:

TODO PARECE INDICAR QUE HEMOS ALCANZADO LA MESETA

Por José Sainz de la Maza

El agujero de mi zapatilla ensanchaba y sus efectos de succión continuaban sin que yo pudiera remediarlo. Caesar suas copias in proximum collem subducit. Qué gran estratega fue Julio César, qué magnífico militar.

Solo veo noticias una vez al día. El telediario de las nueve. El de la 1. Un día el locutor dijo que parecía que habíamos alcanzado la meseta. Me vi a mí mismo: Salgo del túnel de Guadarrama y la vista se me pierde ante la gran llanura de Castilla. Lo veía yo solo, el telediario de las nueve, quiero decir. Mi mujer seguía trabajando y mi hijo estaba en su habitación. Me molestaba que ninguno de los dos hubiese hecho el menor comentario sobre mi pérdida de fe y mi nueva afición de traducir del latín, todo el día con el diccionario Spes bajo el brazo. Milites loco superiore pilis missis facile… Con todo, lo que me resultaba más irritante fue que no hubieran advertido el agujero de mi zapatilla, que cada vez era más abultado, igual que las cifras que estaban mostrando en el telediario.

Llegado un momento, dieron paso a un reportero apostado a la puerta de un hospital. Entrevistó a un enfermero que parecía un muerto viviente. Ojeras amoratadas, voz de ultratumba y ojos brillantes. Dijo que había encadenado cinco jornadas de doce horas sin apenas descanso. Lloraba y sin embargo se le veía alegre o, más bien, satisfecho. Conmovido, desvíe mi mirada hacia el suelo. El agujero de mis zapatillas me resultó insultante. Al levantar de nuevo los ojos, lo reconocí. El enfermero de la televisión, esa persona que atendía hora tras hora a enfermos contagiosos, era el gordo del ático, el borde. Un tipo que nunca daba los buenos días, que atravesaba la puerta sin ceder el paso y no pedía perdón si oprimía su barriga contra ti en el ascensor. En una ocasión nos cruzamos en el portal y estornudó, él salía y yo entraba. Claro que entonces sí que me pidió disculpas. Yo no apartaba los ojos de la televisión. Era él, sin duda, el borde. El gordo a quien todo el portal detestaba.

Fui corriendo en busca de mi mujer. No te lo vas a creer, le dije, y luego le conté lo que había visto. ¿El gordo?, me preguntó. ¡El borde!, le contesté. Nunca lo habría pensado, añadió. Fui a la habitación de mi hijo y le repetí lo del vecino del ático. Ah, vale, contestó.

Regresé al salón. En la televisión alguien hablaba de los contagios entre el personal de los hospitales y su falta de medios. Dejé de escuchar. La vista del agujero de mi zapatilla se me hizo insoportable. Lo tapé con una tela que sujeté con imperdibles. No más agujero. Fui al cuarto de baño y me afeité. No lo hacía desde que la curva empezó a aplanarse. Hostium phalangem perfregerunt. Qué gran estratega fue Julio César.

PRIMERA PARTE: Parece que la curva se aplana

 

José Sainz de la Maza es miembro de la asociación Primaduroverales. Ha resultado ganador de varios certámenes literarios, entre ellos el V certamen literario Villa de Cabra del Santo Cristo y el IV certamen de relato Navidad Solidaria, organizado por la biblioteca de Castilla La Mancha. Es coautor de los libros Madrid Sky (Uno editorial), 2056, Anno Domini, Incómodos (editorial Relee), Error 404 (editorial Relee) y Arritmías (editorial Relee).

 

 

 

Selección de la música: Vicente Moreno.

The Platters: Smoke gets in your eyes

Me preguntaron cómo sabía
que mi amor verdadero era verdadero.
Yo, por supuesto, contesté:
hay algo aquí dentro
que no se puede negar.

 

5 respuestas a “Diario de un confinamiento (LIII). Por José Sainz de la Maza.”

  1. Aunque ya lo había leído es impresionante lo bien que escribe José, gusta siempre y más de dos veces.

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  2. Qué gusto leer tus trabajos, flotan sobre la inteligencia, la sensibilidad y el trabajo.

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  3. Da gusto estar al abrigo de semejante grupo. Se derrocha sabiduría como si sobrara. Aquí el ejemplo.

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  4. Sencillamente genial, Jose. Me encanta tu fábula.

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  5. José, el agujero de tu zapatilla es un escape de tu estado de ánimo. Por algún sitio tiene que salir la desazón que llevamos dentro.

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